El grave problema que tenemos los argentinos es no llamar las cosas por su nombre.
Según el último informe de la UCA, más del 64% de los niños son pobres en Argentina y más del 30% padecen el flagelo de la malnutrición.

¿Es esto una epidemia para los argentinos? ¿Estamos como adormecidos o nos hacemos? Me interesa responder ambas preguntas.

Entonces les propongo un desafío, vamos a llamar a las cosas por su nombre, empecemos. Según la RAE, una epidemia es una enfermedad que se propaga durante algún tiempo en un país, acometiendo simultáneamente a un gran número de personas. Bueno, la pobreza infantil en los últimos 9 años se incrementó en un 26.4% y afecta a más de 8,8 millones de niños.

Siguiendo ese claro concepto, la pobreza infantil, ¿es una enfermedad? La misma RAE nos dice que una enfermedad es aquello que genera alteraciones más o menos graves en la salud. En este punto es de público conocimiento las consecuencias nefastas que generan en la salud la situación de un niño sumergido en la pobreza.

Si quieren tomemos de referencia el concepto de salud que la OMS hace del término: “estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. ¿Ingresa en este concepto un niño que sufre la pobreza? Más claro echémosle agua.

Entonces, ¿qué nos está pasando? ¿a quién le echamos la culpa? ¿Podemos seguir tolerándolo?

Llegó el momento de asumir cada uno la cuota de responsabilidad que tenemos y preguntarnos si no nos estaremos mirando demasiado el pupo, siento que hay una percepción como que esto a mí no me afecta, en cambió la pandemia del coronavirus sí.

¿Será que la pobreza infantil no tiene nada que ver con mi vida y es algo que le pasa a “otros” y el coronavirus es algo que nos pasa o puede pasar a “nosotros”? ¿Nos pasa también a nosotros cuando un niño se desarrolla en un ambiente desfavorable?

Y esta es la respuesta más fácil de responder, es si, nos afecta a nosotros, quizás sea la más difícil de ver o de comprender o de entender de qué forma nos afecta a todos.

Para ejemplificarlo, en dignamente.org tenemos cientos de ejemplos, en nuestro trabajo erradicando la desnutrición infantil día a día observamos la cantidad de niños que no pueden finalizar sus estudios básicos porque sus cerebros no se los permite, por que la pobreza los llevó a tener que prescindir de ellos.

¿Nos afecta a nosotros que un argentinito/a no termine la primaria, no sepa dividir? ¿Va a tener las mismas oportunidades que todos? Lamento comunicar que con él o ella nos quedamos todos.

Es esta errónea percepción la que nos impide a los argentinos ponernos manos a la obra e involucrarnos mucho más como ciudadanos para terminar con éste flagelo. Haciendo una analogía siento que los argentinos nos pasamos muchísimo tiempo discutiendo que canales ver y no tenemos televisor.

Gobierne quien gobierne, ¿dónde está la mesa de especialistas en primera infancia? ¿Quiénes son? ¿Qué plan de acción tenemos para erradicar esta epidemia? Deseo fervientemente que como pueblo clamemos a viva voz por aquellos pequeños y pequeñas que no la tienen. ¿De qué forma? Poniendo el cuerpo, porque nos sobran los pañuelos y nos falta barro.

Heriberto Roccia es Director Ejecutivo de Fundación Dignamente.